Horror en Dallas by M. L. Estefanía

Horror en Dallas by M. L. Estefanía

autor:M. L. Estefanía [Estefanía, M. L.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras
editor: ePubLibre
publicado: 1968-10-15T00:00:00+00:00


CAPÍTULO VII

-¿No recuerdas a este? —preguntó Annie a Audrey por Gary.

—Sí… Eres Gary ¿verdad? Ya eras muy alto entonces…

—Veo que tienes buena memoria… —dijo Annie.

—Andábamos mucho juntos entonces —añadió la muchacha.

—Has vuelto por aquí.

—Vengo a hacerme cargo del rancho de mi tío.

—¿Piensas vender?

—No. Tenía mucha ganadería y no creo que no sea negocio ahora. Dicen que pagan bastante bien.

—Eso es cierto.

—Annie… ¿qué tal es ese abogado? Me refiero a Oak… No le recuerdo de entonces. Claro que sólo recuerdo a los que jugábamos. No tenía edad para otra cosa.

—Pues… No tiene muy buena fama. Y se va a sorprender de tu llegada.

—No tanta sorpresa. Avisé que venía…

—Pero posiblemente habrá creído que no lo harías al final.

—Cómo no iba a venir si hay una fortuna aquí… Debí hacerlo antes, pero no he podido. ¿Qué tal el nuevo capataz?

—No sé… No es conocido. El abogado le designó.

—Recuerdo a Dick… Ya debe estar muy viejo.

—Sí. Marchó con su familia hace algún tiempo.

—¿Te acuerdas de Clifton? —preguntó Gary.

—Ya lo creo. Era el que más me hacía rabiar.

—No tardará en venir.

—¡Gary! —dijo Annie—. ¿Por qué no pides a Clifton que ayude a Audrey? Bueno, hasta que marches, puedes hacerlo tú… Así te distraes. Y para el abogado no será lo mismo tener que entendérselas contigo que con ella. Lo tendrán todo preparado. Pero a ti, será más difícil que te engañen. Entiendes de ganado y de leyes…

—¡Una gran idea! —exclamó Audrey—. Serás mi representante a todos los efectos. Si es necesario firmaré los documentos que quieras.

—No hará falta. Será suficiente que digas a ese abogado que se entienda conmigo.

—¿Por qué no le acompañas al rancho? Siempre será mejor que no hacerlo sola.

—Iremos Clifton y yo —respondió Gary.

Para Audrey era una alegría esta respuesta.

La muchacha había decidido estar unos días con Annie. Iría al rancho, pero no para quedarse, hasta que no pasaran unos días más.

Primero tendrían que aclarar Clifton y Gary cómo andaban las cosas por allí.

Hablaron de los primos de Gary, que la muchacha recordaba también.

Después de conocer lo que sucedía con ellos, comentó:

—No debieras dejarles en tu rancho. Te van a dar muchos disgustos y Tom se va a dedicar a robarte ganado…

—Con Clifton allí será muy difícil y si lo intentara le arrastrarían. Sabe que no se puede jugar con Clifton…

—Pues de todos modos, no les tendría allí ¿verdad, Annie?

—Son sus parientes y no me atrevo a opinar. Pero Clifton les conoce mejor que este.

Cuando marchó Gary, Audrey sirvió a dos clientes, en su deseo de ayudar a Annie.

Eran dos rurales, que rieron con ella.

Sentadas las dos ante una mesa hablaban de Gary.

—Se ha convertido en un juez de los que hablan muy bien de él —dijo Annie—. Le han dado permiso, aunque en realidad lo que han hecho es alejarle de Dallas. Se ha enfrentado con un ganadero que tiene un equipo que ha sabido imponerse… Y es posible que le destinen a otro condado.

—Sigue tan guapo como era de jovenzuelo.

—¡Ahí tienes a Oak! —murmuró Annie en voz baja.

El abogado aludido llegó hasta ellas y dijo:

—Supongo que eres Audrey ¿no?

—Sí.



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